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martes, 26 de octubre de 2010

Retirarse - escribe Tommy Angelo

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Jugué al poker durante 10 años, antes de descubrir las virtudes de la retirada. Eso ocurrió cuando conocí a Bobby. Tenía una gran barriga, una gran barba y una risa contagiosa. Era un poco como Santa Claus, salvo que no regalaba nada. Se mantenía tirando su mano y no parecía importarle. Luego, se llevaba el dinero a su casa, y a sus rivales no parecía importarles…

Entonces, empecé a retirarme con mayor frecuencia, para ver qué pasaba…Me retiré antes del flop con 10-9 un par de veces, me retiré antes del flop con Q?8?…Me retiré con A?8? ante una subida. Era una sensación nueva, excitante…me sentía ante un mundo nuevo, como un explorador. Seguí agregando manos a mi lista de “no jugar”; intentando que mi juego se pareciera al de Bobby. Pero no me detuve ahí…no señor. Antes de mucho tiempo estaba enganchado a actitudes más duras, como retirarme, ya en el river, si no tenía una mano muy buena.

Un día, fui a Las Vegas. Después de una semana en el desierto, me sentía como Charles Darwin debe haberse sentido en las Galápagos, en una tierra aislada donde encontró nuevos y extraños ecosistemas poblados por especies ignotas. Lo que descubrí en Las Vegas fue que en el ecosistema del poker, los jugadores que más se retiraban, estaban en la cima de la cadena alimenticia.

Debo hacer un alto aquí, para explicar con exactitud a qué tipo de retirada me refiero. Me refiero a un tipo de retirada que se hace con frecuencia y con audacia y sin ningún tipo de vergüenza.

De vez en cuando, en Las Vegas, un jugador de los que no se retiran, suele decirle algo a alguno de los que si lo hacen. A veces algo amable, a veces no tanto. Algo acerca del juego conservador y “sin agallas”… Es difícil explicar la tranquilidad y la comodidad con la que los que se retiran se toman todo esto, tanto el juego como los comentarios…y siguen ahí, detrás de su creciente pila de fichas, con su eterna sonrisa; y vuelven a retirarse…

Fue algo así como, “bueno, veamos cómo funciona esto…es como un club…el club de los que se retiran”…bueno, más o menos, fuera como fuera, yo quería una parte…

Después de mi primer experiencia en las retiradas sistemáticas, sentí que si podía llegar a ser bueno en eso, incluso podía dejar mi trabajo… Entonces hice de la retirada mi Santo Grial, mi búsqueda, mi objetivo…podía ver mi camino…miré el territorio que tenía por delante y di el primer paso.

Tiempo después, me estaba retirando lo suficiente como pagar el alquiler y la comida. Eso me dejaba mucho tiempo libre para seguir retirándome. Al poco, era tan bueno en las retiradas que podía permitirme ser estúpido y jugar una o dos manos de más. Mi camino a la solvencia era siempre la retirada. Cada vez que estaban bajas mis reservas de dinero, lo único que tenía que hacer era dejar de apostar y volver a la estrategia de retirada.

Eventualmente, superé otros demonios y logré algunos objetivos, todo gracias a las retiradas…

Cuando juego ahora, una de las cosas que no hago el principio de los juegos es dudar de mi estrategia. Me gusta empezar directamente con las retiradas. Mi sesión ideal empieza con una taza de café, entonces alguien sube y yo me retiro desde la ciega grande, luego otro trago de café y entonces me retiro desde la ciega pequeña, luego sigo con el café y me preparo para retirarme también desde el botón.

Lo que me recuerda la mano que me hizo empezar a retirarme…

Era un juego de 80$/160$, y era la primera mano de la sesión. Estaba en la ciega grande con A?10?. Un jugador entró, la ciega pequeña se retiró y yo pasé. Quedamos mano a mano, camino al flop, y yo era el primero en actuar.

El flop vino A?A?9?.

Ambos pasamos.

El turn fue el 8?.

Ambos pasamos.

El river fue el 7?, lo que hizo que la mesa fuera A?A?9?8?7?. Cuatro corazones.

Pasé, el apostó y yo me retiré.

Por supuesto, nadie en la mesa tenía idea de cuál era mi mano. Después de todo, lo único que hice fue pasar, pasar, pasar y retirarme. Si alguno de mis rivales fuera a sacar una conclusión de lo que había visto, esa conclusión no sería que me había retirado con un trío. La conclusión sería que yo había elegido no farolear, tres veces seguidas. Y esa es la razón por la que me retiré de esa manera, con tranquilidad, de manera que nadie supiera lo que tenía.

Algunas veces, las retiradas me hacen sentir como un titiritero. Cómo cuando abro con una subida desde el cutoff sin tener demasiado, el botón la ve y las ciegas se retiran. Es mano a mano y soy el primero en actuar. Yo paso, el apuesta y yo me retiro.

O si subo antes del flop y alguien me resube y los demás se retiran. La veo, viene el flop, paso, él sube y yo me retiro.

Con jugadas como esa, gano dinero dos veces. Una, finalizando inmediatamente mi peor situación. Y la segunda, haciendo correcto, en su mundo, para los faroleros, hacer un farol cuando yo paso. Y para los que se retiran, haciendo correcto retirarse cuando yo apuesto.

No puedo perder. Adoro retirarme.
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